Bienvenid@

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Sin títuloDurante 25 años, hasta 1990, Cuba aplicó un modelo agrícola centralizado, de monocultivo y dirigido fundamentalmente a la exportación. Este modelo se desarrolló a expensas del desarraigo de la población rural y una seguridad alimentaria dependiente en más del 50% de importaciones. La desintegración del bloque socialista europeo a inicios de los años 90, provocó una crisis profunda del sistema alimentario cubano. Como respuesta a esta difícil coyuntura, emergió una agricultura diversificada, de sustitución de insumos químicos por biológicos, más intensiva en recursos locales y conocimientos científicos y tradicionales, que recibió el apoyo oficial con la definición de medidas como la descentralización de las estructuras productivas y el fortalecimiento de los servicios técnicos para una agricultura sostenible. Durante un período de 15 años (1993-2008) sucedieron continuos retornos cíclicos al empleo de insumos externos, prácticas convencionales y centralización de la producción que muy rápidamente volvían a demostrar sus grandes limitaciones en el nuevo contexto de la agricultura cubana. En el 2008, todavía más del 50% de las tierras se mantenían sin cultivar, solo el 5% de la población se vinculaba directamente a labores agrícolas y hubo que importar más de 2 mil MM de USD en alimentos. A esto se sumó, el impacto y las desastrosas consecuencias del paso de tres huracanes en 2008 que afectaron la infraestructura social y productiva de la casi totalidad del territorio nacional, con pérdidas superiores a 10 mil MM de USD, lo que motivó al Estado cubano a considerar nuevas políticas de desarrollo agrario en medio de una situación económica muy desfavorable.

A lo anterior se une la elevada vulnerabilidad del modelo agroproductivo actual ante fenómenos climáticos extremos como huracanes y sequías que hace poco viable tal modelo. La entrega de tierras en usufructo bajo el amparo del Decreto-Ley 259, a través de la cual en los últimos dos años más de 100 mil nuevos agricultores recibieron alrededor de 1 millón de hectáreas de tierra que permanecían ociosas; y la puesta en marcha del Programa Nacional de la Agricultura Suburbana constituyen dos de las medidas más importantes para el nacimiento de una nueva concepción de la producción agraria en Cuba. El nuevo Programa se enfoca al autoabastecimiento local en el marco de un naciente proceso de municipalización de la gestión, en apoyo a una política nacional de descentralización de la gestión del Estado. Todas estas acciones muestran una consistente política del Estado cubano a favor de la diseminación de una agricultura sostenible a pequeña escala, con bajos insumos externos, alta eficiencia en el uso de recursos locales y sustentados en principios agroecológicos, como la vía más segura de lograr una seguridad alimentaria duradera.

Nuestra propuesta se enfoca a la conformación y validación de alternativas de articulación agroecológica a escala municipal que aporten sostenibilidad a las actuales estrategias adoptadas por el Ministerio de la Agricultura en función de la seguridad alimentaria nacional y el desarrollo de una agricultura a pequeña escala y autogestionaria.